domingo, 17 de marzo de 2013

Justin Bieber ofrece un espectáculo visual ante 20.000 fans en Barcelona

EFE

Justin Bieber

Creer o no creer, esa es la cuestión. En Barcelona, el cantante canadiense Justin Bieber resolvió ambas posibilidades al mismo tiempo. Sensacional para su incondicional muchachada, que disfrutó de un espectáculo con más pirotecnia visual que fundamento vocal. Y más volátil, sin embargo, para los ateos de este semidios púber de los nuevos tiempos que corren.

Todo reside al final en una cuestión de fe. 'Believe Tour' parece así el nombre más que adecuado para la gira que lo pasea por todo el globo y que aterrizó este sábado en la capital catalana, ante unos 20.000 asistentes. Porque la fe, sobre todo la adolescente, mueve montañas. En este caso fue la de Montjuïc, que corona la urbe mediterránea.

En su cima, el Palau Sant Jordi acogió una actuación rica visualmente, a ritmo incesante para deleite de sus entregadas fans, con piruetas y coreografías que ya hubieran firmado muchos atletas que pasaron por el mítico pabellón de los Juegos Olímpicos del 92.

Pero la fe, muy a menudo, peca también de ceguera. Escribe Paulo Coelho que a cada edad le pertenecen sus propias inquietudes y, al precoz Bieber, el paso de los años parece desviarlo por caminos insospechados. Poco rastro queda de aquel chico liviano cuya madre decidió colgar sus vídeos en Youtube. Justin se ha hecho mayor, para bien y para mal, aunque quizás de eso se trate la vida.

A sus 19 años, las polémicas compiten con sus dotes musicales. Un desmayo en pleno concierto –Londres–, una cancelación –Lisboa–, conflictos con la prensa o un comunicado con reproches a sus críticos. "No me importan si no creen en mí, porque yo creo en mí, mi familia cree, mis fans creen", dijo en esa carta. El dogma tiene rostro de no haber roto un plato en su corta vida

Fuente: 20 minutos
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